Me jugué el café con la grupeta y perdí por no revisar la presión de las ruedas

El otro día salí con la grupeta a la típica ruta de domingo. Ya sabes: poca prisa, mucha charla, algún calentón y un pique final subiendo el repecho del pueblo. Nada fuera de lo normal… hasta que alguien dijo: “El último en llegar al alto paga los cafés”.

Y ahí cambió todo.

Nos miramos con esa sonrisa de medio lado que solo se pone cuando sabes que no hay vuelta atrás. La salida tranquila se convirtió en etapa de montaña del Giro. Y yo, confiado como siempre, me puse delante del grupo pensando: “Hoy les meto tiempo”.

Lo que no sabía era que llevaba las ruedas con menos presión que el globo de mi sobrino el día después de su cumple. En la primera curva ya notaba que la bici no iba fina. En la segunda casi me voy al suelo. En la tercera me pasaron todos como si yo llevara alforjas llenas de piedras. Y así, tragando polvo y orgullo, llegué el último. Con cara de tonto y pagando los cafés.

Cuando llegué a casa miré la bici. ¿Sabes qué pasaba?, Había perdido presión durante la semana y el sellante tubeless ya ni estaba. Seco como mi WhatsApp entre semana. Ni rastro. Resultado: neumáticos sin presión y sin protección. Porque sí, colega, el líquido tubeless también se evapora y se gasta. Si no lo revisas, un día estás pedaleando y al siguiente estás en la cafetería pagando la ronda.

Desde entonces hago tres cosas antes de salir:

  1. Revisar la presión. Parece obvio, pero mira cómo acabé.
  2. Agitar el líquido tubeless y rellenar cada mes y medio. No hace falta desmontar nada, pero hay que estar atento.
  3. Usar materiales que no me dejen tirado. Y aquí es donde Damoff me salvó el culo. La cinta no se despega ni con calor, las válvulas cierran como deben y el sellante… ese sí sella. Y sin amoniaco, que eso también importa si quieres que tus cubiertas no parezcan papel de arroz en dos meses.

Hazme caso: una bici sin presión es una bici sin dignidad. Y un ciclista sin presión, un cafelito menos.

—Luismi, el que aprendió que el aire también se paga caro.

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